Más de 800 estudiantes participan al año en el Programa de Responsabilidad Social en el Pregrado de la UFRO. Este semestre, son 400 los alumnos y alumnas que por medio de asignaturas de formación general y especializada se encuentran realizando distintas actividades con variados socios comunitarios.
El Programa de Responsabilidad Social en el Pregrado, involucra también el compromiso de 22 docentes a cargo de las asignaturas de especialidad y de formación general, que por medio de la metodología de Aprendizaje y Servicio, cumplen con la misión de poner en práctica en un contexto real, la competencia genérica de Responsabilidad Social, ya que es la competencia sello de la Universidad. Un ejemplo de ello es el caso de la asignatura colegiada de” Ética y Responsabilidad Social”, y del electivo de formación general “Proyecto de Responsabilidad Social desde la Interdisciplina”, a cargo de la docente Maritza Guzmán.
Un total de 61 estudiantes de la carreras de Contador Público y Auditor y de Ingeniería Comercial participan este semestre de la asignatura colegiada Ética y RS; colaborando con 10 socios comunitarios, todos ellos con distintas necesidades.
“La Importancia del Programa de Responsabilidad Social es que permite a los estudiantes vincularse con comunidades e instituciones externas a la universidad. Además con la metodología de A+S, se contribuye a seguir una ruta de aprendizaje, que se inicia con un diagnóstico que levanta las necesidades que tienen los socios comunitarios, luego se formula y diseña un proyecto que se valida con la institución beneficiada; se ejecuta y finalmente se realiza un cierre. Con este programa, el socio comunitario, los beneficiarios y los estudiantes, sacan provecho, ya que compromete en el crecimiento personal, universitario y profesional”, aseveró la docente Maritza Guzmán.
Margarita Baeza, encargada del Programa de Responsabilidad Social en el Pregrado, recalcó que la RS es una competencia genérica calificada como sello y distintiva de la universidad. Por tanto, debe posicionarse en el proceso de formación de los estudiantes de pregrado, por ello, junto a los docentes de asignaturas especializadas y electivas de formación general, se trabajan todos los semestres para inculcar y entregar herramientas que permitan a los estudiantes conocer el valor e impacto que tiene la Responsabilidad Social en la sociedad. A través de este programa, los estudiantes generan proyectos que contribuyen positivamente junto al trabajo con el socio comunitario a un beneficio bidireccional.
Aprendizaje para la vida
Erica Loncón, estudiante de la carrera Contador Público y Auditor, es la líder del grupo que trabaja con el socio comunitario Traperos de Emaús. “Ser parte del programa ha impactado positivamente en el grupo, porque se trabaja en equipo para dar solución a una carencia o necesidad del socio comunitario. En el caso de Emaús, conocidos por ser recicladores de cosas usadas; hoy tienen la necesidad de recolectar ropa interior y de cama nueva, para atender a las personas en situación de calle que se albergan en su hospedería. Por ello, una de las acciones fue entregar folletos elaborados por nosotros en la tienda Easy de Temuco”.
Paula Retamal, estudiante de Ingeniería Comercial e integrante del grupo que trabaja con la Escuela Libre Kimkëlen, contó que la experiencia ha sido muy enriquecedora para el grupo. “El trabajar con un socio comunitario ha sido un gran aporte para nuestro desarrollo como futuros ingenieros comerciales, ya que nos ayuda a integrarnos en la realidad que se vive fuera de la sala de clases. Con nuestro proyecto también logramos aprender que la ética es un pilar importante para construir una organización socialmente responsable, ya que nos motivó a tener un mayor compromiso y fe en el trabajo que realizamos”.
Camila Suazo, alumna de la carrera de Ingeniería en Recursos Naturales y del electivo Proyecto de Responsabilidad Social desde la Interdisciplina, contó que su grupo se encuentra escogió trabajar con el jardín infantil Javiera Carrera. “Elegimos a este socio comunitario, porque es un establecimiento vulnerable que necesitaba ayuda para poder construir un invernadero, herramienta necesaria para que los niños puedan tener conocimientos y crear una responsabilidad medioambiental. Ha sido una muy buena experiencia, enriquecedora, ya que nos dimos cuenta que con nuestra pequeña ayuda podemos aportar un granito a la educación de los niños que asisten a este jardín”.