Luego de 10 años de una Política de Formación Profesional una transformación mayor requiere de un modelo integrador de la formación, que siente los principios en los más diversos niveles
Un modelo educativo permite a la institución organizar su quehacer bajo una lógica inspiradora que ordene y confiera coherencia a cada uno de los procesos internos que ésta realiza. Sin un modelo educativo, la institución actúa intuitiva y desagregadamente, respondiendo a perspectivas personales y aisladas y no a una lógica institucional.
Desde una perspectiva de la calidad que debe buscar una institución de educación, el modelo educativo ordena el accionar, permite orientar el desarrollo y crecimiento de la institución, y mantener el foco en el seguimiento y la mejora continua de los procesos fundamentales de la organización. En este sentido, el proceso formativo pasa a ser el principal activo que deben resguardar las instituciones de educación.
Durante los últimos 10 años, la Universidad de La Frontera, orientó la formación de Pregrado de acuerdo a los lineamientos que planteaba la Política de Formación Profesional. Contar con una política resultó importante para una etapa en la universidad, pues permitió ordenar la formación de pregrado, orientar este quehacer para hacerlo coherente con las demandas nacionales e internacionales y, por lo tanto, permitió situarnos en un marco competitivo en relación a las otras instituciones de educación superior.
Pasado el tiempo, la política como instrumento orientador y normativo se vuelve estrecha e insuficiente para abordar los desafíos que hoy platea la educación, la transformación que requieren las instituciones de educación superior, va más allá de una política parcializada, hoy, se requiere de un modelo integrador de la formación que siente los principios en los más diversos niveles.
Tras la evaluación de la política de pregrado, la aprobación de las leyes de Educación Superior 21.091 y 21.094, la última acreditación institucional, la generación de los nuevos criterios de Acreditación, y las demandas y desafíos globales que debe enfrentar la Educación Superior, se vuelve necesario, transitar de una Política de Formación Profesional a un Modelo Educativo, que oriente y establezca mecanismos para acompañar el proceso formativo en los distintos niveles que abarca la universidad, es decir, pregrado, postgrado, formación técnica y formación continua.
La Universidad de La Frontera, como universidad estatal, enfrenta varios cambios que la sitúan en un buen momento para abordar un desafío de esta naturaleza. Y un modelo educativo admite que los integrantes de la comunidad trabajen con un norte claro y que la propuesta de acciones que surjan al interior de la institución siempre tenga un propósito unívoco, la persona que se quiere formar.